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El ablandamiento de la coraza traumática


Por Miguel Ángel Pichardo Reyes


La coraza traumática es un conjunto de memorias somatosensoriales inscritas en las fibras de colágeno de las cadenas miofasciales de exhalación, cierre y flexión, organizando la postura colapsada como una respuesta congelada e inconclusa frente a la amenaza potencialmente traumática. Este acorazamiento traumático en las cadenas miofasciales se conecta con el Nervio Vago, el Sistema Nervioso Entérico, el eje hipotalámico-hipofisiario-adrenal, las vértebras cervicales y los centros cerebrales mamífero (conexión) y reptil (sobrevivencia).


Junto con la memoria traumática de la coraza, también va a tender a “guardar” energía para mantener la rigidez superficial de las fascias, pero debilitando las zonas profundas del tejido conectivo. Esto va a afectar el campo gravitacional del cuerpo, generando un patrón de alteración somática colapsado (debilitamiento anti gravitacional).


La constante inversión del ATP (Adenosín trifosfato) en el mantenimiento vegetativo de la tensión miofascial va producir cansancio, agotamiento y fatiga, y junto con esto inflamación, dolor y dificultad en la movilidad. Sin embargo, este patrón de alteración somática también va a formar un determinado rasgo caracterial que puede ir desde lo neurótico, lo límite, lo psicótico o el daño cerebral. He aquí la proposición reichiana de la unidad funcional del cuerpo acorazado y las defensas psíquicas.


En este sentido, el Masaje Holístico Postraumático del Método AlterSoma consiste en llevar a cabo una lectura corporal para determinar la cadena miofascial dominante, así como la cadena antagonista y la cadena causal, esto es, la cadena miofascial donde se encuentra incrustada el núcleo de la memoria traumática. A partir de esta evaluación es posible diseñar una estrategia de tratamiento y evaluación sobre las cadenas, los segmentos y los puntos.


El masaje del toque acupresivo permite realizar la palpación de las cadenas miofasciales comprometidas para determinar los segmentos acortados y los puntos gatillo que han sido bloqueados. Esta evaluación palpatoria es a su vez una forma de tratamiento que se tendrá que ir prolongando a lo largo del tiempo en un proceso de profundización y mantenimiento de la presión. En ese proceso, la practicante tendrá que ir ablandando las cadenas, los segmentos y los puntos donde las fibras miofasciales se encuentren acortadas.


Por ablandamiento entendemos la acción mecánica de presión sobre las fibras miofasciales que estimulan los mecanos receptores, produciendo isquemia e hipoxia, favoreciendo la reparación de la fibrosis en los acortamientos, y con esto contribuyendo al estiramiento de la fascia.


Durante el proceso de ablandamiento, la presión mecánica sobre las cadenas, segmentos y puntos acortados por la memoria traumática, tenderá a generar diferentes reacciones en las consultantes de acuerdo al nivel de profundidad en el trabajo miofascial. De tal forma que podemos identificar cinco profundidades en el proceso somático: el dolor, el enojo, el trauma, las emociones profundas, y el vacío.


En el primer nivel superficial encontramos el dolor como una respuesta de sobrevivencia y defensa del organismo frente a un estresor, en este caso, la presión mecánica. Este dolor generará un nivel de resistencia fisiológica frente a la presión mecánica, lo cual pondrá en alerta al organismo, activando un conjunto de cadenas miofasciales, ya sea de lucha, huida, desconexión o parálisis.


Cuando se logra atravesar el nivel superficial, superando la resistencia, es posible llegar a un nivel de dolor emocional caracterizado por el enojo, la furia, el odio y el resentimiento, activando memorias implícitas (somatosensoriales) y explícitas (episódicas y biográficas subconscientes) de situaciones de amenaza y dolor. En este nivel el organismo inicia su segundo nivel de defensa, luchando, huyendo, desconectándose o paralizándose, pero también es posible que comienza el proceso catártico; conectando, expresando, liberando, sintiendo, recordando, abriéndose.


La apertura de las fascias y el psiquismo a la experiencia somática profunda puede facilitar el ingreso a la tercera profundidad, donde yacen las memorias traumáticas. Aquí encontraremos, desde memorias arqueológicas alrededor del nacimiento, hasta memorias biográficas que alternan la infancia, la edad adulta y los acontecimientos recientes. Nuevamente, la consultante puede defenderse luchando, huyendo, desconectándose o paralizándose, pero si logra abrirse a la experiencia logrará la liberación catártica a nivel vegetativo de la memoria traumática, a través de respuestas viscerales, musculares y emocionales. Estas respuestas normalmente son involuntarias; espasmos, calambres, tos, taquicardia, dificultad para respirar, ahogo, náuseas, vómito, llanto, grito, etc.


Esta catarsis vegetativa puede traer memorias explícitas de rechazo, abandono, sobreprotección, traición, instrumentalización, represión, humillación, exigencia e injusticia, estableciendo una relación transferencial con la practicante, quien tendrá la importante labor de acompañar, contener y facilitar la experiencia de apertura a su vulnerabilidad. En ese momento se puede entrar a la siguiente profundidad y conectar con emociones profundas, tales como el miedo, la vergüenza, la tristeza, la culpa, el desamparo, etc.


En este nivel se lleva a cabo otra serie de procesos somáticos, entre ellos una respuesta visceral y cardiaca que va poner en conflicto el Nervio Vago, ya sea entre cerrarse a la liberación de las memorias profundas o abrirse a la experiencia de abandono a las respuestas vegetativas del cuerpo, experimentando una regresión infantil para tocar el sufrimiento y poderlo atravesar desde el Yo adulto. Aquí pude entrar un mecanismo de disociación donde la persona no logra establecer ese vínculo entre su Yo infantil vulnerado y su Yo actual. La intervención de la terapeuta será decisiva para anclar a la persona al presente.


En el nivel de las emociones profundas es importante trabajar sobre la apertura del corazón a la experiencia del amor, el perdón, la luz y la compasión, actitudes que facilitaran el proceso de liberación emocional desde el presente y lograr pasar a la última profundidad, la del vacío.


A la profundidad del vacío se entra desde el amor, el perdón y la compasión, ya que se trata de una profundidad transpersonal donde se puede experimentar la vacuidad del Ser en un estado de paz profunda. Es una experiencia de éxtasis místico, y en muchas ocasiones puede resultar en una epifanía. Es el momento de la disolución del Yo, para dar lugar a una experiencia de unidad con la Totalidad.


La profundidad del vacío tiene varios niveles de profundidad, que van desde el despertar espiritual a la verdadera naturaleza esencial del Ser, hasta la experiencia de iluminación y de liberación en un estado modificado de conciencia, pudiendo llevar a cabo viajes y ensoñaciones a diferentes dimensiones, así como establecer contacto con las distintas realidades espirituales.


En otro nivel de explicación, las memorias traumáticas son bloqueos de Ki (bioenergía) que se producen en el campo y los sistemas energéticos, de forma particular en los meridianos energéticos del corazón e intestino delgado (fuego), estómago y bazo (tierra), y pulmón e intestino grueso (metal). Estos bloqueos se les denomina Jaki, y se pueden dar por exceso de Ki residual estancado, también llamado Jitsu, o por carencia de Ki, también llamado Kyo. De esta forma tenemos dos tipos de Jaki; Jitsu y Kyo. Siempre que hay Jitsu en un meridiano habrá Kyo en otro meridiano.


Los meridianos energéticos pasan por las fibras de colágeno de las cadenas miofasciales, de tal forma que existe una convergencia entre los meridianos y las cadenas. La cadena miofascial dominante también será el meridiano energético dominante. El acortamiento de la cadena miofascial en sus segmentos y puntos, será el Jaki del meridiano energético, en sus segmentos y puntos (tsubos).


La unidad básica para el tratamiento de los Jaki en los meridianos energéticos son los tsubos, puntos o pequeños cuencos energéticos. Los tsubos con contenedores de Ki, y es en estos tsubos donde se lleva a cabo el bloqueo Jaki, por carencia (Kyo) o por exceso (Jitsu). De esta forma el trabajo sobre el tsubo supone trabajar al nivel energético de las fibras de colágeno de la fascia acortada.


Para Godeliéve Denys-Struyf (Método GDS), la dominancia y el acortamiento de las cadenas miofasciales tienen su origen en los estados emocionales, incluyendo las experiencias traumáticas infantiles. De forma similar, para la medicina tradicional japonesa, los bloqueos Jaki en los meridianos energéticos y en los tsubos, tienen su origen en estados mentales y emocionales, denominados Bonno. El Bonno es una especie de deseo enfermizo imposible de satisfacer, o antes bien, es un estado de insatisfacción que genera tensión, en este caso, Jaki o bloqueo.


Para el linaje Soto Zen del maestro Taisen Deshimaru, el Bonno o deseo mórbido, es el origen del debilitamiento, la enfermedad y la muerte. Sin embargo, estos Bonnos yacen en nuestro sistema energético de meridianos, afectando las fibras de colágeno de las fascias, y con esto afectando la globalidad del organismo, incluyendo los aspectos psíquicos y espirituales.


Desde esta perspectiva energético-espiritual, los Bonnos generan Jaki, esto es, los deseos mórbidos bloquean los procesos vitales del organismo. O, dicho de otra manera, el Jaki está formado de Bonno. El Ki residual del Jaki es una forma particular de deseo mórbido del Bonno. La frustración que supone la insatisfacción de dicho deseo es lo que produce la fijación de una determinada actitud emocional, a saber: ansiedad, enojo, miedo, preocupación y tristeza.


La operación que se lleva a cabo en el trabajo somático y energético del Masaje Holístico Postraumático del Método AlterSoma, consiste en liberar los Bonnos que generan el Jaki, utilizando presiones mecánicas sobre los tsubos. Estas presiones ayudarán a liberar y desbloquear los canales por donde corre el Ki. La liberación subconsciente de los Bonnos disminuirá las reacciones desproporcionadas de una mente neurótica. De esta forma la neurosis no contará con el monto energético del Ki residual del Jaki para llevar a cabo sus operaciones mentales.


El trabajo sobre los tsubos de los meridianos es solo una parte del proceso de liberación somatoespiritual, a lo cual también se suma la práctica de meditación zen, el discernimiento, el movimiento y la danza que llevan al trance, a un estado de no-mente donde todo fluye. Alcanzar este estado de Wu Wei (fluir) es uno de los objetivos del trabajo durante el acompañamiento somatoespiritual.

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